Los pájaros son siempre un detalle




Abro el libro Los pájaros[1]. Desde la primera página, en el margen inferior, un espacio en blanco se delinea. Yo ya empecé a completar el silencio. El vacío nunca estuvo. Un paisaje árido, una ruta. Una ruta curvada. De pronto, un camión rojo aparece en el camino y avanza hasta un acantilado. Un hombre abre la puerta trasera de la caja y muchos pájaros de colores variados y brillantes salen volando. De fondo, un cielo bien celeste.
            No todos: un solo pájaro, chiquito, quedó rezagado e inmóvil dentro del camión. “Los pequeños detalles no están hechos para ser advertidos”. ¿Y, entonces, para qué están? ¿Para qué tienen estos pájaros múltiples colores, divinas combinaciones, firuletes en sus alas? "Para ser descubiertos", leo. Me repito para adentro: para ser descubiertos. Intento absorver la afirmación, el casiconsejo; lo repito como a un poema de primaria:  necesito aprenderlo de memoria y después cantarlo a lxs compañerxs.        
            En este juego de palabras y significados, la diferencia la hace la intención: el descubrimiento requiere ese plus de energía, abrir bien los ojos, dejarse atravesar por el momento, entregarse a la sorpresa. Puedo advertir un pájaro, percibirlo, pero no siempre lo puedo descubrir. No siempre puedo ver más allá de lo que mi vista me permite, no siempre estoy dispuesta a buscar. Y si no lo descubro, quizá tampoco pueda acompañarlo enteramente.
Y enteramente es una forma de ir.

Esta semana descubrí todas estas cosas:
- La mesera de la cafetería Candela tiene una voz muy irritante, pero se sabe el nombre de casi todos lxs clientes.
Cuando mi hijo pide galletitas lo hace batiendo las pestañas más rápido, pestañeo nivel colibrí.
- En mi barrio hay más geste durmiendo en las calles.
- Cuando algo me supera en tristeza, muchas veces, el pesimismo es mi casa.
- Soy muy buena bailarina.



[1] Los pájaros, de Germano Zullo y Albertine. Libros del Zorro Rojo. Barcelona. 2018. 

Comentarios

Entradas populares